Cuando era pequeña mi abuela me decía te voy a comprar un come y calla, (como si existiera ese artilugio en la tienda de abajo), porque ni comiendo era capaz de dejar de hablar e inventaba toda clase de historias para no comer lo que me ponían.
De ahí podemos sacar dos conclusiones, primero: comunicar y convencer, no se me iban a dar mal porque conseguía mi objetivo y mi abuela me acaba por dar jamón; y segundo: que era malísima para comer, (menos mal que mejoré con la comida, por mi salud más que nada)
Así que como adivináis soy una persona muy extrovertida y habladora.
Un día estaba tomando café con mi amiga Julia en la cafetería de la facultad, y el camarero nos dijo que buscaban gente para trabajar en en local de al lado, y allí que fui yo. Resultó ser una sucursal joven de un banco, y acabé trabajando en stands haciendo cuentas universitarias. Me lo pasé pipa durante un montón de campañas y ya nunca dejé el mundo comercial. Aún recuerdo el subidón de la primera venta.
Podría decir que he llegado dónde estoy ahora por el cúmulo de casualidades durante el camino, pero no creo en las casualidades, creo en el trabajo y el esfuerzo, y en que la suerte es la recompensa del trabajo bien hecho.